Semáforo en rojo


Érase una vez un ser a quien la vida normalmente le sonreía.
Un día iba conduciendo y de repente, ¡horror!
Todos los semáforos se ponían en rojo.
No era ni uno ni dos ni tres, eran todos y a la vez.
A menudo parecía que llegaría, que el semáforo verde duraría hasta su turno.
Sin embargo no pillaba ni uno.
Al acercarse, la luz cambiaba, apenas pasando por el ámbar.
Y así siempre. Todos.
Al principio claro, no comprendía nada.
Una noche, en la que en el cielo lucía la luna llena,
se encontró una vez más todos los semáforos rojos a su paso.
Sin embargo esa noche sucedió algo diferente.
En lugar de desesperarse como hacía últimamente,
decidió recrearse en cada parada.
Aprovechó para conversar con la luna.
Se contaron secretos que nadie escuchó jamás.
Desde entonces todo cambió.
Cada vez que un semáforo se ponía en rojo,
el ser sonreía y buscaba a la luna de reojo.

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