Cuando
la Inseguridad Social me desahució después de haberme envenenado
previamente con todos sus potingues dañinos y haberme torturado con
todas sus pruebas dolorosas creí que todo se había acabado para mi.
Así
de claro. Tenía 33 años, y con un diagnóstico de fibromialgia no
podía salir de la cama apenas.
El
cansancio me volvía un trapo. Cada paso que daba me costaba la
vida.
Apenas
podía respirar con normalidad.
El
dolor me machacaba, me impedía sentir nada más.
Como
la morfina me producía reacción, y ningún calmante calmaba me
recetaron antidepresivo para seguir matándome.
Ese
era mi estado cuando un ángel me animó a no tirar la toalla.
“Ya
no pueden hacer nada más por mí” le replicaba.
“Conozco
gente que sí puede ayudarte, no todo está en el sistema sanitario
“.
Así
empecé con la homeopatía en el 2007.
Sin
pruebas horribles ni medicamentos dañinos, fui poco a poco cogiendo
un poquito de brillo.
Once
años después afirmo que mi calidad de vida ha mejorado
sustantivamente gracias a la homeopatía y a mi médico que ha estado
ahí acompañándome en cada paso.
Me
cuesta caro. Mucho.
Normal,
lo que cura no interesa que esté al alcance de la mano.
Mejor
envenenarnos y tenernos dependientes de su química asesina,
bien
baratita y disponible en farmacias.
Y
para aquellos que rebatan lo del placebo, os contaré que a todos los
animales que han pasado por mi vida, les he tratado también con
homeopatía.
Lo
que la veterinaria daba por imposible, la homeopatía lo curaba y lo
cura.
Y
es que creo que para opinar, es interesante saber algo más.
Comentarios
Publicar un comentario
Muchas gracias 😊
Por estar, por leerme y encima dedicar un ratito de tu vida más para compartir tu opinión y tu sentir.
Todo mi amor 💕