La
primera flor de cactus amaneció
regalándome su aroma y su belleza
porque sí.
Porque
ella es así.
Delicada,
hermosa, efímera.
Como
la vida misma.
Si
te fijas bien, cada día está lleno de sorpresas.
Si
vivimos acelerados, nos las perdemos.
Cuando
conectas con la esencia la vida es un espectáculo.
Show
tras show se nos muestra.
A
veces ciegos de alma, no nos enteramos de nada.
Entonces
sale una flor.
El
cactus que tanto pincha,
también
tiene su corazoncito.
Hoy
nos lo enseña.
Y
lo mejor, una vez más,
es
lo que no se ve,
lo
que hay más allá.
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