Rodar, aceptar.


Sentarse en una silla y comenzar a rodar no es un signo de retroceso, ni de fracaso, ni mucho menos de “humillación” como he leído últimamente.
Sentarse y rodar implica aceptar una situación de esas que tanto nos cuesta.
Implica querer seguir avanzando, 
seguir volando.
Forzar en demasía el cuerpo provoca consecuencias mucho peores.
Dolores, lesiones y las temidas caídas que nos dejan fuera de juego.
Rodar independiente significa libertad y llegar donde antes no se llegaba ya.
Siento que todas, cojas o no, tenemos la oportunidad de sentarnos en esa “silla para rodar libres” aceptando las situaciones que la vida nos presenta.
Tomarlas y darles la vuelta, transformando los obstáculos en alas de colores bien grandes.
Sea como sea, utilizando todos los recursos a nuestro alcance y también los que están un poco más allá.
Que el que viene nos colme de aceptación y libertad.
Que siga a vuestro lado.
Que os quiero mucho.
Y también todo lo demás. 



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