Qué
trajín llevan las abejas cortahojas.
Otro
año más me regalan el espectáculo de su reproducción en mi
balcón.
Y
eso que los gatos.
Pues
ellas nada, sin temor.
Traen
sus trocitos de hojas, cuidadosamente cortadas y se meten dentro de
la maceta elegida.
Todas
conocen el camino.
Son
fascinantes.
Hace
años descubrí lo que hacían ahí dentro.
Con
los trocitos de hoja construyen un tubo perfecto con sus dos tapas.
En
su interior está su descendencia rodeada de miel.
El
milagro de la vida una vez más.
Ellas
eligen mi balcón para criar.
Tan
agradecida me siento.
Paso
horas deleitándome con su ir y venir.
Y
así pasa la vida.
Sin
más.
Sin
menos.
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