Me quiso todo, me dejó sin nada.


He llegado a un punto en el que prefiero tener paz a tener la razón, así que me callo”.

Así empezó a contarme su relación con él.

Él es vinagre.

Huele a vinagre.

Sabe a vinagre.

Escuece como el vinagre en sus heridas cada vez más abiertas.

Cuando sale por la puerta siento un alivio en el pecho.

Cuando sé que está a punto de llegar me empiezo a tensar.”

Continúa explicando, cada vez más emocionada.

Estoy aislada. Aquí no conozco a nadie.

No puedo trabajar en la calle porque me tengo que hacer cargo de las niñas y la casa.

Todo es para mí.”

Hace poco le planteé que quería ir a un concierto con una amiga.

Le dije que dejaría a la niña con mi madre.

Respondió que no le parecía bien que dejara a la niña con mi madre.

Yo no fui al concierto. “

Y cuando tú le expones estas situaciones, ¿qué te dice él?

No le digo nada por miedo a sus reacciones.

Mi hija también le tiene miedo, se lo ha dicho a mi madre.”

*A la protagonista y coautora de este relato la quiero con toda mi alma.
Le agradezco su permiso para publicarlo y le deseo toda la fuerza de los once universos para que el miedo deje de atenazarle la garganta y pueda empezar a gritar y exigir libertad.




Comentarios