“He
llegado a un punto en el que prefiero tener paz a tener la razón,
así que me callo”.
Así
empezó a contarme su relación con él.
Él
es vinagre.
Huele
a vinagre.
Sabe
a vinagre.
Escuece como el vinagre en sus heridas cada vez más abiertas.
“Cuando
sale por la puerta siento un alivio en el pecho.
Cuando
sé que está a punto de llegar me empiezo a tensar.”
Continúa
explicando, cada vez más emocionada.
“Estoy
aislada. Aquí no conozco a nadie.
No
puedo trabajar en la calle porque me tengo que hacer cargo de las
niñas y la casa.
Todo
es para mí.”
“Hace
poco le planteé que quería ir a un concierto con una amiga.
Le
dije que dejaría a la niña con mi madre.
Respondió
que no le parecía bien que dejara a la niña con mi madre.
Yo
no fui al concierto. “
Y
cuando tú le expones estas situaciones, ¿qué te dice él?
“No
le digo nada por miedo a sus reacciones.
Mi
hija también le tiene miedo, se lo ha dicho a mi madre.”
*A la protagonista y coautora de este relato la quiero con toda mi alma.
Le agradezco su permiso para publicarlo y le deseo toda la fuerza de los once universos para que el miedo deje de atenazarle la garganta y pueda empezar a gritar y exigir libertad.
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Muchas gracias 😊
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Todo mi amor 💕