Más cerca de dios



La vida social de las personas con Síndrome Post Polio y similares

sufre un punto de inflexión al aparecer la enfermedad.

Muchas de nosotras hemos sido animales sociales

durante nuestra vida anterior.

Un carácter alegre y comunicativo

nos hacía estar metidas en más de un berenjenal,

a menudo rodeadas de más humanas.

Cuando pasas de fase,

la incertidumbre reina.

Ya no puedo hacer planes.

No sé cómo voy a estar mañana ni dentro de un rato.

Quedar con alguien me suele suponer estrés,

porque no sé si podré,

y no me gusta dejar a quienes quiero tirados.

Para viajar ni te cuento.

En los alojamientos todo es más caro
 si reservas con derecho a cancelación.

Y en nuestro caso, no existe otra opción.

También me he comido más de un billete de avión con papas ya.

El círculo de confianza se ve drásticamente reducido.

Ya no soy tan guay, ni tan divertida, ni tan marchosa.

Yo que salía la primera y cerraba el último bar.

Ahora ni para un té por la tardecita sé si llegaré.

En general, no se puede contar conmigo para el ocio.

Lo que me sucede no es fácil de comprender.

Ni siquiera a veces para mí,

imagina para las demás.

Puedo estar un día increíblemente bien,

y al siguiente el más leve movimiento

implica el más terrible de los esfuerzos.

Y poco a poco, tú misma te vas alejando también.

Te vas cerrando, por el miedo a fallar.

Así fui entrando en otro momento vital.

Menos humanos, más bichos.

Menos bares, más parques.

Menos fiestas, más conexión.

Menos vida social, más conciencia.

Menos hablar, más escribir.

Más callar, más escuchar.

Rollo anacoreta.

Puede ser que cada día estemos más cerca de dios.
¡¿¡Aleluya!!?!

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