Tratando
de ordenar mis muebles y mi vida,
me
encontré con este tesoro.
En
una cajita de monedas varias,
descubrí
que tenía más de un documento histórico.
Tres
duros de tres momentos diferentes de mi vida.
El
más antiguo tiene solera y mucha caspa.
Es
el más “güeno”, pesa más.
Desde
el 57 por la gracia de dios.
Su
careto por tos laos.
No
se vaya alguien al olvidar….
Ese
duro duró todo lo que tenía que durar y mucho más.
Luego
baja la calidad del material,
el grosor de la moneda.. y cambia la
cara de detrás.
Me
hace gracia- coraje que la monarquía aparezca en monedas
que no dan
un palo al agua por ganar.
Y
luego llegó el declive y la humillación del duro.
Momentos
previos antes de su desaparición,
nos
convencen sutilmente de que ya no vale nada,
reduciendo
su tamaño y calidad
a
la mínima expresión del duro.
Con
un duro en su día hacíamos virguerías.
Un
duro son menos de tres céntimos de euro.
Con
eso hoy ni te limpias un trocito de culo.
Historias
del vil metal.
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