Todos te creían.
Yo era la loca.
Me mentías y luego llorabas.
Me pedías perdón de rodillas.
Una y otra vez.
Tú me querías.
Yo no entendía.
Empecé a tenerte miedo.
Deseaba que algún día por fin me pegaras.
Llorabas otra vez.
Y otra más.
Te volvía a perdonar.
Tantas mentiras ya no me cabían.
Cada vez más desquiciada.
El miedo iba creciendo.
Pero tú me querías.
Y todos te creían.
Yo no iba a ser capaz de vivir sola.
Eso me decías.
Tampoco iba a poder cuidarla.
Y yo me lo creía, porque cada vez me quería menos.
Llegué a sentirme marioneta aquel día que me amenazaste con venir a matarme.
Quizás entonces ya ni me importaba seguir viva.
Fui un guiñapo a tu merced.
Porque tú me querías.
Me lo repetías una y otra vez.
Pero matar y querer no son compatibles.
Y un día por fin, logré entender.
Saqué las fuerzas que no tenía y te eché de casa por última vez.
Seguí con miedo varios años.
Tú continuabas amenazando.
Lo que más me dolía era que me preguntaran los demás porqué había aguantado.
La terapia me hizo comprender que lo que había vivido era maltrato.
Esta historia es la mía.
También la de muchas.
Basta ya.
Dejemos de juzgar a las víctimas.
Ya sufren suficiente daño.
Que dejen de repetirse los patrones del desgarro.
Educación y amor.
Enseñar a querer.
Aprender a querernos.
El amor, nada tiene que ver con todo eso.
Que nadie más tenga que vivir con miedo.
6 marzo 2018
Yo era la loca.
Me mentías y luego llorabas.
Me pedías perdón de rodillas.
Una y otra vez.
Tú me querías.
Yo no entendía.
Empecé a tenerte miedo.
Deseaba que algún día por fin me pegaras.
Llorabas otra vez.
Y otra más.
Te volvía a perdonar.
Tantas mentiras ya no me cabían.
Cada vez más desquiciada.
El miedo iba creciendo.
Pero tú me querías.
Y todos te creían.
Yo no iba a ser capaz de vivir sola.
Eso me decías.
Tampoco iba a poder cuidarla.
Y yo me lo creía, porque cada vez me quería menos.
Llegué a sentirme marioneta aquel día que me amenazaste con venir a matarme.
Quizás entonces ya ni me importaba seguir viva.
Fui un guiñapo a tu merced.
Porque tú me querías.
Me lo repetías una y otra vez.
Pero matar y querer no son compatibles.
Y un día por fin, logré entender.
Saqué las fuerzas que no tenía y te eché de casa por última vez.
Seguí con miedo varios años.
Tú continuabas amenazando.
Lo que más me dolía era que me preguntaran los demás porqué había aguantado.
La terapia me hizo comprender que lo que había vivido era maltrato.
Esta historia es la mía.
También la de muchas.
Basta ya.
Dejemos de juzgar a las víctimas.
Ya sufren suficiente daño.
Que dejen de repetirse los patrones del desgarro.
Educación y amor.
Enseñar a querer.
Aprender a querernos.
El amor, nada tiene que ver con todo eso.
Que nadie más tenga que vivir con miedo.
6 marzo 2018
Un beso amiga. Orgullosa de tu fuerza
ResponderEliminarSi la reconoces en mí, probablemente está en ti. Más amor 😍❤️
Eliminar