Aniversario del duelo

 Antes de empezar, si eres de los que a estas alturas aún no se han cuestionado nada y tu sensibilidad ante el tema que quema es elevada, te recomiendo que no sigas leyendo. 

El pasado 14 de marzo de 2020, recibía un sms de mi amigo Ramón con el B.O.E que declaraba el estado de alarma.
Recuerdo perfectamente mi enfado ante el mensaje de Ramón a quien recriminé por difundir información falsa, argumentando que con eso solo conseguía que hicieran con nosotros lo que quisieran. 
Me respondió que no era falso, que lo publicaban al día siguiente. 
Me acosté enfadada.
Mi sorpresa fue que era verdad. 
No daba crédito a lo que estaba pasando. 
Fui a pasear a unos pinares y vi cómo los precintaban. 
Me resultó alucinante... ¿precintar unos pinares?
No imaginaba que sería solo la punta del iceberg de todas las barbaridades que vi después. 
Luego comencé a recibir mensajes de gente querida, ofreciéndome su ayuda para cualquier cosa que necesitara.
 Gente que consideraba crítica y rebelde, me contaba que se encerraba. Por su propia voluntad.
Encerrados en casa sin cuestionar. 
Seguía sin creérmelo, aunque poco a poco fui aterrizando. 
Esperaba, pobre de mí, que en cualquier momento todo acabara, que la gente reaccionara, que se dieran cuenta de la manipulación y el atropello de derechos. 
Pero qué va. Ni un mensaje en contra. Todos a favor del encierro y la falta de libertad. 
Recuerdo sacar asustada a mi Carita,  por si iba más lejos de la cuenta y venían las “fuerzas del orden” a multar o a lo que les diera la gana. Me sentía más desprotegida que nunca. 
Sentía rabia, dolor, desconexión, estupor.... y así mil sentimientos desconocidos más. 
Transité estados que desconocía en el ser humano. 
Jamás les creí. Desde el segundo uno, me preguntaba, “¿qué mierda estarán ahora tramando?”
Mis experiencias pasadas me enseñaron la cara oculta del poder y su alcance. 
Aún así, esta faceta me superaba. 
Sabía de su crueldad y frialdad, sin embargo no llegué a pensar jamás que pudiera ser tanta. 
Miraba a mis afines y nos lo reconocía. 
Con miedo, encerrados, sin cuestionar y repitiendo las consignas que les grababan a fuego desde los medios. 
No encontraba a casi nadie con quien compartir mi forma de ver lo que sucedía. La soledad fue otro sentimiento repetido por aquellos entonces. 
Hace poco hizo un año de todos estos sucesos. 
Como buen trauma, me ha vuelto a aflorar en el aniversario. 
He conectado de nuevo con todo aquello... .y ufffff..... qué trabajo personal más profundo he tenido que llevar a cabo para colocarme en un lugar sano. 
Seguimos más o menos igual en cuanto a manipulación y recorte de libertades. Sin embargo afortunadamente cada vez escucho y leo mas voces críticas que cuestionan esto o aquello. Eso me tranquiliza, vuelvo a tener algo de fé en el ser humano. La perdí en este proceso y deseo recuperarla. 
Menos mal que me he venido al mar. 
Menos mal que nada ni nadie me tapa la sonrisa. 
Menos mal que busco refugio en las olas, en las flores y en las nubes. 
Menos mal que no tengo televisión desde hace tantos años ni nada que cerca que me robe la voluntad. 
Menos mal que no siento miedo a la muerte ni a la vida. 
Menos mal que elijo vivir siempre.
Y amar. 
Amar más. 

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