Nada que demostrar

 

Esto de vivir es la mar de interesante.

Siempre aparecen historias por cada esquina,

que te hacen reflexionar y crecer.

Hace unos días coincidimos con tres personas.

Un chico con secuelas de una parálisis cerebral,

su esposa y su madre.

Encantadores los tres.

Charla que te charla,

el chico me contaba que no paraba de currar.

Que a causa de su minusvalía él tenía que demostrar el doble a los demás.

Así, tal cual.

Yo intenté bromear, ¿cómo que minusvalía? Será supervalía.

“No, no”,respondió.

“ Tengo claro que tengo una minusvalía,

porque por ejemplo no puedo llegar andando a Conil desde aquí “.

Muertecita me quedé.

Su madre estaba en esos momentos hablando con Juan Carlos.

Le preguntó “ ¿Tú a ella la conociste ya así?”

Claro, respondió él, algo ojiplático también.

“¡Oh! Eso es amor del bueno!” concluyó ella.

Si esta es nuestra actitud y la de nuestra familia,

¿qué podemos cambiar?

¿cómo podemos conseguir que los demás nos normalicen

si nosotros mismos no lo hacemos?

Si tienes una diversidad funcional,

no tienes que demostrar el doble que los demás.

Tienes que cuidarte, para que el maltrecho cuerpecito

dure el mayor tiempo posible

con la mejor calidad de vida.

No hay que hartarse de currar

para que otros se beneficien de tu esfuerzo.

No hay nada que demostrar.

¿Conocerme “así”?

¿”amor del bueno”?

Esto implica que enamorarse de alguien con movilidad reducida,

cuando tú no la tienes,

es amar de verdad. ¿En serio?

Me cuesta mucho entender todo esto.

Será porque hace tiempo que no me cruzo con gente

con estas ideas que van tan en su contra.

Lo triste es que no creo que sean los únicos.

Y es una lástima que a estas alturas sigamos

casi como cuando nos escondían.

Dando las gracias por vivir, por existir, por dejarnos estar.

Sin creernos merecedores de nada,

solo con mucho que demostrar.

¡A la mierda las demostraciones!

¡A la mierda este tipo de “amor de verdad”!

Cada cual tiene sus limitaciones se vean o no.

Vamos a empezar por aceptarnos nosotros mismos.

Por querernos de verdad.

Desde ahí todo lo demás.


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