Tener la movilidad reducida no implica
tener la dignidad reducida.
La dignidad no debería estar reñida
con la diversidad funcional, sensorial o psíquica.
Esto que parece tan claro para cualquiera así dicho,
a la hora de la verdad,
no sucede en el sistema en el que vivimos.
Os voy a hablar de la movilidad reducida,
que es lo mío.
Estoy segura de que muchos de vosotros
me podéis dar más datos
sobre cualquier otra diversidad.
Esta reflexión sale a raíz de mi última experiencia
en la búsqueda de un elemento que facilite mi vida.
Como sabéis, he cambiado mi hogar temporalmente,
por otro junto al mar.
Aquí tengo que adaptarme la vivienda
para estar lo mejor posible
durante unos cuantos meses.
Buscando una silla de ruedas con freno para la ducha,
me di cuenta, de que además de ser todas carisísimas,
no permiten la autonomía.
Están hechas para que alguien
te meta en la ducha,
para que alguien te frene,
para que alguien te saque.
Supongo que también esperan que alguien te lave.
Si quieres y puedes ser tú la que maneja
tu propia silla y tu propia vida,
te jodes.
Es solo un ejemplo aislado de tantas situaciones
que vivimos constantemente.
Podemos aprovechar este espacio
para contar más y más.
Así veremos que la afirmación inicial,
es lógica pero no cierta.
Tener limitaciones físicas o de cualquier tipo,
no debería implicar la pérdida de dignidad.
Si no puedo hacerlo por mí misma,
no es accesible.
Si me tienes que ayudar,
no es accesible.
Es solo un intento.
Es solo un despropósito.
A ver si entre todos,
poquito a poco,
ponemos todo esto
del derecho.
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Todo mi amor 💕