Llueve, por fin, llueve.

Llueve,

por fin

llueve.

Gotas

que caen armónicas desde el cielo.

Tierra reseca

gritando ¡aleluya!

Cielos grises

ocultando el sol

de casi primavera.

Un invierno cálido

habita en mi alma.

Ahora que todo se calma,

soy capaz

de volver a agradecer.

Este proceso de madurez

me sigue enseñando

a conectar con lo más profundo.

Me sirve para ahondar más.

Destapar las viejas heridas

y sanarlas con caricias.

Crecer desde dentro.

Desbloqueando todo

lo que esconde la luz.

Momentos

de conexión interior.

Aprender

de lo aprendido.

Desaprender

lo que sobra.

Volver a florecer.

Porque llueve,

por fin

llueve.

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