Horas, días, meses, años

 

Horas, días, meses, años.

Toda una vida o dos, de hospitales, médicos, pruebas y rehabilitación. 

Salvar lo insalvable. Curar lo incurable

Probar, torturar, abrir, cerrar, operar.... 

sin saber, sin pensar. 

La niña se hace mujer entre batas blancas y olor a Zotal. 

Niña con vida de niña. Enferma con vida de hospital.

La niña y la enferma siempre juntas, jamás unidas. 

Pretendía ser igual, pero no era lo mismo. 

Mientras las demás jugaban yo iba al hospital a ser torturada con bisturíes, agujas y fisios exigentes que siempre piden más. 

Y más y más. Hasta que la niña casi revienta. 

Sin embargo ella siempre consigue forzar una sonrisa. 

"Todo está bien ", le dicen. "Tú eres una más", le aseguran. 

Una más con una vida diferente. 

Las niñas celebran cumpleaños mientras yo vomito la anestesia de la última operación en la que me abrieron en canal para llenarme de hierros e injertos. 

Milagros de la medicina. 

Mi pelo larguísimo y lleno de vómito. No me lo quiero cortar. 

Al menos mi pelo, que es una enredadera gigante. 

Mi padre lo lava y desenreda con santa paciencia días después. 

Al menos mi pelo. Ya que no queda ni dignidad. 

Mi primera regla fue espectáculo de médicos y enfermeros. 

Creían que era una infección provocada por la sonda. 

Ni siquiera tuve intimidad con mi primera sangre sagrada. 

Ni eso era igual. 

Hoy, ya mujer, recorro pasillos distintos que huelen igual, saben igual. 

Esa niña diferente tardó años en entender la oportunidad. 

Hoy soy consciente. 

Hoy siento paz cuando la mayoría vive en guerra. 

Aprendí a vivir despacio, a aprender de lo que toca. 

La tortura la cambio por lecciones. El dolor por aprendizaje. 

Hoy también sonrío. Ya no fuerzo la sonrisa. 

Hoy me miro. Hoy me gusto. 

Hoy recorro los pasillos que saben igual, con sonrisa agradecida.

6 marzo 2016