Es
una frase que de repente oigo salir de distintas bocas.
¿Te
das cuenta ahora? ¿Crees que es algo nuevo?
¿En
esto de verdad, opinas que hay “malos” y “buenos”?
Si
repites como un loro, vale, pero si de verdad en tu vida
has
tenido la oportunidad de tener que contar
con
el sistema de Inseguridad Social,
quizás
sería mejor prestar más atención.
El
virus que me inocularon con su vacuna me obligó
desde
los 5 meses de edad
a
estar atrapada en sus redes.
No
fui verdaderamente consciente del negocio que suponía la falta de
salud,
hasta
que el virus volvió a actuar unos 30 años después.
Enfermé
a tal nivel, que incluso me planteé dejar la vida ya.
En
el sistema “sanitario”, solo me hacían dolorosas pruebas
que
no determinaban nada,
y
me atiborraban a medicinas,
que
lejos de ayudarme a mejorar,
solo
me empeoraban.
Ahora
eso sí, las farmacéuticas siempre ganan,
son
como la banca.
A
ti te matan mientras ellos se forran.
Lo
único que hacen es tapar los síntomas
que
son los gritos de nuestro cuerpo
contando
que algo no funciona.
Los
paran con sus medicamentos.
Mientras
siguen haciendo caja.
Me
desahuciaron bien joven.
Enferma
crónica de polio, desahuciada por “fibromialgia”,
ni
siquiera supieron diagnosticar mi Síndrome Post Polio.
Gracias
a la vida, encontré nuevos caminos, la homeopatía.
También
forma parte del sistema económico en que la salud es negocio,
sin
embargo al menos, se encarga de devolverte la salud,
e
intentar mantenerla sobretodo.
Son
terapias basadas en la salud, y no en la enfermedad.
Desengañémonos,
al sistema le interesamos enfermos.
Enfermos
de alma y cuerpo.
Y
en esto no hay bandos,
todos
funcionan con la “voz del amo”.
Que
no nos engañen,
que
si nos encerraron no era para cuidarnos.
Que
para eso no están los que mandan,
sino
para obedecer siempre al
poderoso
caballero,
que
ya sabemos que es, ha sido y será
“don
dinero”.
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