En estos últimos tiempos tan convulsos,
he aprendido nuevas maneras de sobrevivir.
Uno de mis grandes aprendizajes es:
ante lo que me preocupa,
preguntarme siempre
¿puedo hacer algo por cambiarlo?
Si espero que los demás sean
los que tienen que hacer cambios,
me frustro.
Me provoca ansiedad
tener que estar pendiente
de mis propias expectativas.
Si soy yo la que tomo
las riendas de mi vida,
me ilusiono
y salgo del agujero
con mayor facilidad.
Sentirme víctima de lo que me rodea
no me ayuda a avanzar.
Encargarme de poner de mi parte para mejorar,
me hace sentir poderosa.
Hay situaciones
en las que nada puedo hacer,
son pocas pero las hay.
Esas las debo aceptar tal cual.
Respetar las decisiones y respirar.
Mi parte consiste
en colocar mis emociones
de tal manera
que me afecte lo menos posible
lo de fuera.
Cada día reconstruyo mi mundo interior.
Le hago un huequito más grande en mi vida.
Así no me siento tan vulnerable.
Al fin y al cabo, se trata siempre
de elegir el lado donde quieres colocarte.
A veces no es fácil,
lleva su tiempo,
su escucha,
su aire.
Pero llega.
Y cuando llega
me siento más grande
más libre,
más valiente.
Recuerda la clave,
¿qué puedo hacer yo por cambiarlo?
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