Hasta pronto, paraíso

Me despido del paraíso 

hecha una bola de mocos. 

Los mocos inundan 

cada rincón de mi ser. 

El viento de poniente me enfrió el alma, 

acostumbrada a estar hirviendo en estos tiempos. 

Ni el rosa de la buganvilla ni el azul del mar, 

logran que recupere la energía necesaria 

para sanar antes de partir. 

Me voy sin poder sumergir mis deseos 

en el agua salada. 

Los buitres salieron a despedirme. 

Los gatos contemplan el paraíso con nostalgia, 

sabiendo lo que les espera. 

Porque ellos saben más de lo que cuentan. 

Mis días aquí han sido intensos, 

raros, 

diferentes, 

azarosos, 

inaccesibles, 

pero llenos de mar de amar. 

He vuelto a crecer unos centímetros más. 

Aún no llego al cielo. 

Sin embargo ya casi vuelo. 

Vuelvo para cerrar etapa de 20 años en el asfalto. 

He aprendido que quiero seguir viviendo 

junto al que me da la paz.

Sigo buscando casita junto al mar,

 cerca del Palmar, que es lo más cercano 

que he sentido en mi vida al hogar. 

Vuelvo con buenas noticias de reencuentros 

cercanos y muy muy deseados. 

Con muchas ganas de recuperar 

todas las fuerzas que hoy me faltan 

y poder llegar a los abrazos más ansiados. 

Me despido agradecida por tanto. 

Cada despertar con estas vistas, 

ha sido un enorme regalo, 

que se queda tatuado en mi alma. 

Hasta pronto paraíso. 

Gracias de nuevo por tanto. 


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