En él habitaba un empresario,
usurero y malicioso.
Para colmo, vendía alas de colores
a los pajarillos de alas heridas o rotas.
Su sensibilidad
era ninguna.
Su poder en el reino,
inmenso.
Su ambición sin límites,
le hacía tanto daño a él
como a los demás.
Un día, un pajarillo al que no dejaba de chulear,
le plantó cara.
Le dijo que estaba harto de su forma de herir.
El empresario embrutecido,
y nada acostumbrado a la rebelión del rebaño,
amenazó al pajarillo,
“te vas a enterar! Aquí nadie tiene derecho a protestar!”
El pajarillo, que tenía un corazón puro,
en lugar de acudir a los tribunales de injusticia,
lo único que hizo fue quejarse por las redes.
Así fue como el chungo,
encontró su oportunidad para ir contra él,
con todo el peso de la ley.
El pajarillo estafado,
fue también denunciado
ante los juzgados del reino raro
por el vil.
Y como el reino estaba del revés,
el pajarillo perdió su dinero,
además de su dignidad
e incluso por un rato,
su paz.
Este cuento no acaba bien,
ni tiene un final feliz.
Sí tiene una moraleja.
Cuando el vil te hiera,
endurece tu corazón y
no lo cuentes por las redes
con datos que se puedan volver contra tí.
No te calles,
pero actúa con inteligencia.
Que la pasión no te domine.
Que la razón te guíe.
Y el amor te acompañe.
Colorín colorado,
este cuento sí se ha acabado.
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Muchas gracias 😊
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Todo mi amor 💕