Y volar


Empiezo letras con números nuevos.
Dibujé corazones en la arena.
Me los devolvieron en mi coche,
sonrientes.
Llegué hecha una marioneta.
Los hilos me los tuvieron que mover.
Menos mal que estaba en buenas manos.
Las mejores,
la sangre de la sangre
que siempre está cuando todo se acaba.
No podía vomitar lo que se atragantó entre el alma y las entrañas.
La oscuridad forma parte de la luz y el mar.
Dentro muy dentro, no se ve nada más.
El levante sanaba tronando
los resquicios recónditos de la pena.
Despedir sin darme ni cuenta.
Volver al nido que me acoge con alas tiernas.
Seguir caminando.
Aprendiendo.
Creciendo.
Amando.
Y volar.

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