Mi
amigo Frank, “con k de kilo por pesao”, puntualiza siempre él,
lleva
años postrado en una cama a causa de una enfermedad degenerativa.
Apenas
puede mover algo las manos.
No
lo suficiente para salir de la cama por sí mismo.
Vive
solo desde que lo conozco.
Da
gusto compartir cualquier charla con él, no tiene nada de “pesao”.
Lo
verdaderamente pesadilla es la situación de la ley de dependencia,
el
tema de la asistencia personal y en definitiva lo que la cagamos
como
sociedad con nuestros miembros más vulnerables.
En
el momento en que dejamos de ser productivos
nos
convertimos en una carga a abandonar a nuestra suerte.
Como
os cuento, Frank vive solo postrado en una cama, con lo cual, todas
sus necesidades
se
tienen que resolver en las tres horas en total que tiene asistencia
personal.
Dos
por la mañana, y otra por la tarde.
Pase
lo que pase durante el resto del día, se jode porque no puede
moverse.
Para
colmo me contaba, que la gente que le atiende es distinta.
Por
la mañana tiene una asistencia que sí es la misma afortunadamente
desde hace 8 años.
Sin
embargo, tanto la asistencia de la tarde, como la de los fines de
semana, cambia constantemente. ¿Qué significa esto entre otras mil
cosas?
Que
la hora, la pasa prácticamente dando instrucciones sobre qué hacer
y cómo hacerlo.
Cómo
hay que moverle las piernas, qué le apetece de comer, la medicación…
bla, bla, bla, bla.
Además
con el impedimento, de que al no poder moverse,
no
sabe dónde pone cada persona las cosas, cada cual funciona según su
propio criterio,
así
que cuando llega una nueva asistencia, pierde otro tiempo precioso
buscando
todo
lo que Frank necesita.
A
mi todo me resulta espeluznante.
Desde
las tres horas únicas al día,
hasta
la falta de sensibilidad para mantener una única persona que le
atienda en condiciones.
Pero
claro, las empresas están subcontratadas y los contratos que hacen a
las trabajadoras son una porquería, la organización es nefasta.
Vamos,
lo de siempre, que unos pocos se lo llevan calentito
Pero
es que el servicio en este caso son las personas
más
vulnerables y débiles de nuestra sociedad.
Si
todo fuera como debería ser, su cuidado sería sagrado.
Pero
no. Es un negocio igual de sucio o más que los demás.
Frank
es muy valiente por seguir adelante.
Sin
embargo creo que habría que facilitárselo.
Si
él quiere mantener su independencia y su dignidad,
el
sistema debería responder.
Como
no lo hace, te lo cuento, por si no lo sabes.
Frank
podía hacer de todo también antes.
Un
día empezó a enfermar y su cuerpo a fallar.
Menos
mal que su alma cada vez es más sabia.
Hablar
un rato con él implica risa asegurada.
Siempre
me enseña mucho, tanto.
Una
verdadera vergüenza el trato que se le está dando.
Otro
día te sigo contando más,
porque
Frank da pa mucho rato.
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