La magia


 





















La adulta conecta hoy con la niña.
No eran los regalos los que me tenían la noche sin dormir,
ni los días previos como una moto.
Era la ilusión de creer en la magia,
en seres entrando en casa sin llaves y con camellos.
Me daba como alegría miedo poder verlos.
Desde luego creía en ellos.
Incluso cuando a los 6 años una adulta me aseguró que eran los padres.
Me enfadé mucho porque mentía.
La magia existía, yo lo sabía.
Ese despertar con el pasillo lleno de caramelos y algodón lo corroboraba.
Creí escucharles muchas veces.
Nunca conseguí verles.

Hoy siento una ilusión similar,
cada día al despertar.
Porque la magia existe en cada rincón de la vida.
Y está en nuestras manos aprender a encontrarla.

Comentarios