Desde que no oigo nada

Desde que no oigo nada,

escucho mejor.

Hay siempre demasiado ruido

en el mundo.

Gracias a mi otitis,

ha desaparecido.

Solo oigo a los más cercanos.

Y solo si gritan, maúllan

o ladran alto.

El resto ha desaparecido.

Por eso escucho

tan bien mi respiración.

Y mis sonidos interiores.

Ni sabía que existía

un mundo tan sonoro

dentro de nosotros.

La música ahora es el fluir

de la sangre por mis venas.

Los sonidos de mis tripas.

O el latir de mi corazón.

Escucho mejor lo que importa.

Lo de dentro.

Me presto más atención.

Me desentiendo de todo

lo que me roba

mi escucha atenta.

La casa del amor

ya de por sí silenciosa

ahora lo es

mucho más.

Vivir sin tanto estímulo exterior

es más relajante.

Me concentro mejor.

Lo mío es temporal,

lo sé.

En breve volverá el mundo

a entrar por mis oídos.

Me gustaría no olvidar.

Esta escucha.

Este silencio.

Esta paz.

Comentarios