La enfermedad propia
es dolorosa.
La ajena
en ocasiones
me desquicia.
A veces siento
que nací para cuidar.
Cuidar me.
Cuidar les.
Lo bello de estos momentos
es la reconexión con la esencia.
Cada día voy
a comulgar
con mi mar.
Rezo
al universo.
Contemplo
la inmensidad del cielo.
Sé que todo es perfecto.
No temo a la muerte propia.
Quizás algo más a la ajena.
Nos aferramos a los cuerpos
de quienes amamos.
No queremos dejarlos partir.
Y a veces es necesario.
El dolor de los míos
lo asumo casi como propio.
Mi nivel de empatía es tan alto.
Mi sensibilidad extrema
me conduce a veces
a una tristeza
pegajosa
e infinita.
Si escribo
y lo cuento,
consigo librarme
de una parte.
Transito las emociones
como vienen.
Mantengo el equilibrio
en la zozobra.
Dentro,
muy dentro,
confío.
Agradezco
este camino
de la vida.
Este aprendizaje
continuo.
Este latir
de amor.
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Muchas gracias 😊
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Todo mi amor 💕