A mis padres


Son muchas las cartas que os he escrito ya.

Siempre me ha resultado mucho más sencilla

la expresión escrita que la oral.

Especialmente cuando lo que deseo es contar

lo que llevo dentro de mi alma.

Muy dentro.

Entonces las palabras se me atascan en las cuerdas vocales,

sin embargo salen por mis dedos como rayos.

Así que aquí me veo,

dispuesta a escribiros una vez más.

En esta ocasión es una carta de agradecimiento

por tanto,

por todo.

Quiero daros las gracias por haberme ayudado

a ser la mujer que hoy soy.

Por haberme criado de una manera

que me ha permitido siempre

conectar con mi libertad interior.

Por haberme facilitado las herramientas

para ser una mujer fuerte e independiente.

Por haber abierto los caminos y las puertas

que muchos otros me cerraban.

Quiero agradeceros el que mis limitaciones físicas

no supongan una limitación mental.

Que me hayáis impulsado siempre a cumplir mis sueños,

aunque no fueran los vuestros.

Por haber respetado mis decisiones

a pesar de que a veces

no eran las que más tranquilidad os proporcionaban.

Por cuidarme desde que llegué a esta vida

con toda vuestra mejor intención.

Por educarme en un entorno de paz

y amor infinito entre vosotros dos.

Gracias por tantos consejos,

por compartir vuestra opinión.

Gracias también por vuestros errores,

que me hicieron crecer aprendiendo.

Gracias por las noches en vela,

por los días en una silla

junto a mi cama de hospital.

Gracias por hacer

que todo pareciera siempre

más fácil de lo que realmente era.

Por haberme regalado una infancia

en la que pude ser “una más”.

Gracias por esa mano en la que apoyarme

cuando todo se desvanecía a mi alrededor.

Gracias por darme el aliento que me faltaba

cuando las fuerzas me fallaban.

Gracias por abrazarme

cuando más lo necesitaba,

por vuestras palabras de aliento

cuando creía desfallecer.

Por tantos favores.

Por tantos amores.

Gracias emocionadas

desde lo más profundo de mi ser.

Siempre decís que vuestra tarea más ardua

ha sido la de ser padres.

No me extraña,

le habéis puesto todo el mimo y el cariño

que habéis encontrado en vosotros mismos.

Y lo habéis hecho genial.

Porque ahora, ya en mi madurez,

me siento poderosa, libre y feliz.

Esto no habría sido posible

sin todo lo que vosotros me habéis dado.

Fui muy bien nacida,

así que hoy os escribo

eternamente agradecida.

Gracias por traerme a esta vida.

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