Desde que vivo en otra dimensión

Desde que vivo en otra dimensión el tiempo dejó de tener sentido para mi.
Se suceden los instantes que se llaman instantes.
Ni horas ni meses ni diamantes.
Sin embargo algo me mueve a recordar, recapitular, recomponer, aprender.
Se suceden las historias en mi vida, la gente que fue y que siempre será. Incluso si ya no están. Siguen, porque soy lo que soy por todos, por todas, por la que fui.
Apenas queda rastro de mi yo antes de crecer.
Después de ser niña dejé un rato de ser.
Me perdí en caminos oscuros de sufrimiento evitable sin saber.
Hasta que un buen día reventé.
Toqué fondo y decidí construirme alas de colores para salir volando cada vez que alguien quisiera hacerme daño.
Descubrí que la que más me hería era yo a mi misma, entonces fue cuando empecé a amarme incondicionalmente.
Mi Luna me enseñó.
Yo estaba tan desmadejada que apenas recordaba cómo pronunciar mi nombre sin llorar.
Tuve mucha suerte.
Siempre encontré hadas y ángeles en mi camino que me prestaban una sonrisa o un hombro para derrumbarme.
 La vida generosa, cuando llegas al límite te sostiene con hilos de seda, no te deja caer si la amas.
Yo la amo, siempre la amé, aún cuando no sabía nada sobre el amor. 
Hoy han pasado muchos instantes desde hace tantas historias.
Hoy miro un momentito hacia atrás y sonrío orgullosa por haber conseguido darme la vuelta.
Hoy ya no miro hacia adelante. Dejé de esperar.
Hoy miro a ahora, al instante. 
Agradezco todo lo que me rodea y me rodeó.
Hoy por fin y desde hace un buen rato, siento la paz dentro, muy dentro, desde el alma.
Me amo. Te amo. Nos amo. Os amo.

30 diciembre 2016

Comentarios