Cuando era una adolescente incipiente
me fui con mis tíos de vacaciones a Francia.
Mi tía Mónica es francesa.
Su vivir era más libre,
no sé si era por ser francesa
o por su propia forma de ser.
El caso es que cuando todo el mundo
ocultaba su cuerpo aquí en España,
ella se ponía en topless en el balcón de la casa familiar
a tomar el sol.
Lo que para muchos era una revolución,
para mí era admirable.
Recuerdo que un día estando con ellos en la playa de su tierra,
me cogió el bañador y me lo bajó.
Al principio me dio pavor,
pero en seguida me sentí súper a gusto
con mis tetas al aire.
Aquella fue la primera vez que empecé
a abondar mi pudor al desnudo.
A eso, le unimos lo que muchos de vosotros
también habéis vivido.
Médicos infinitos examinando
cada rincón de tu cuerpo,
como si fuera un experimento,
en lugar de un cuerpo.
Operaciones,
aventurillas varias y desagradables
en los hospitales.
Todo eso fue deshaciendo los nudos de pecado
que habían tatuado en mi cerebro
tantos años de colegio de monjas
y amenazas con un Dios castigador
de la libertad de expresión.
Tuve más años de represión personal,
hasta que ya pasados los veinte,
fui a una playa naturista
donde me desnudé voluntariamente en público,
por primera vez.
Aquel momento fue mágico e inolvidable.
Aún puedo sentir el agua del mar
en cada poro de mi piel
libre de telas y prejuicios.
Así abrí la puerta.
Así no pude parar ya más.
Así conocí a Diana y Almudena.
Así decidimos crear arte
con nuestros cuerpos desnudos.
Cuerpos poco convencionales.
Cuerpos marcados por cicatrices
en la piel y en el alma.
Cuerpos que por fin,
en la madurez,
se sienten libres.
Libres para mostrarse.
Libres para amar
y ser amados.
Libres para vivir.
Y así nació Almándonos.
Y ya han pasado varios años,
pero lo sigo recordando con un cariño enternecedor.
Por mis compañeras de camino.
Por lo que supuso en mi aprendizaje.
Por lo que crecí.
Por lo que pudo a lo mejor,
servir a quienes lo vieron.
Porque es un proyecto lleno,
llenísimo,
de amor.
Porque desnudarse en público
puede llegar a ser
muy sanador.
Bonitas. La belleza está en cualquier lugar. La belleza no es blanca o negra, Rosa o Roja, Verde o Azul. Amarilla o Violeta. La belleza es infinita, tanto como como la mirada translúcida, Pura y honesta de la verdad. Vuestros cuerpos son hermosos, gentiles, sinceros, verdaderos. Qué subjetivo es todo y cuántas ganas de etiquetar. Yo no soy perfecta. Mi cuerpo no se adapta a Las normas convencionales. No es apto para esta sociedad. Pero mi cuerpo ha cumplido sus funciones tan bien como ha podido y ahora que ya su maltrechura ha traspasado los límites quiero darle las gracias por todo lo que en el trayecto me brindó. Así que celebro mi Vida, mis contraechuras, mi "deformidad". Doy las gracias a este cuerpo roto y me llena de alegría saber que no soy la única que se kiso, se kiere y se kerrá!
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