Solía encontrar el equilibrio
en la rutina de la monotonía.
Hace más de dos años,
desde que llegaste a mi vida,
lo cotidiano se alejó de mí.
El cambio es constante.
Me había costado
mucho tiempo,
terapia
y soledad
encontrar mi ansiada paz.
Lo bueno que tiene,
es que una vez que la conoces,
de alguna manera,
siempre tiendes a recuperarla.
Aunque todo se revolucione
cuando me angustio,
miro al cielo.
En su azul encuentro mi nido,
entre nubes de algodón.
La vida es cambio al fin y al cabo.
Nada permanece,
todo fluye.
Ni la respiración ni el corazón
laten siempre al mismo son.
Buscar el equilibrio en el desorden
es mi nueva meta.
Aquí o allá,
mirar de nuevo al cielo.
Conectar con mi esencia.
Aprender a recuperar la paz.
Seguir amando.
Más
y más.
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