¡Ay! ¡Qué me duele!

Una cosa es vivir con el dolor, 
y otra muy diferente aprender a convivir con él. 
Son años de entrenamiento para conseguirlo. 
Ayer estaba relajada en el sillón charlando tranquilamente con mi amor,
 después de recibir un súper masaje de esos que me mantienen viva y airosa. 
Cuando de repente me atacó un dolor “de los míos” en la muñeca 
que casi me deja sin respiración. 
Aguanto un ratito sin decir nada. 
El dolor es tan fuerte y puntiagudo, 
que no me permite seguir callada, así que lo expreso 
“¡Ay! ¡Qué dolor más grande en la mano!”. 
Y al verbalizarlo, desapareció 
como por arte de magia. 
Así son ellos, dolorosos y juguetones. 
Como había salido el tema, Juan Carlos me preguntó
“¿Podrías decirme lo que te duele ahora mismo?”
“¿Quieres saberlo todo?”, le respondí.
“Sí, todo”
“Ufff... venga... a ver... , el cuello, este brazo por el bíceps, ahora de repente un gran dolor en el tendón de la pierna izquierda, las lumbares, la zona del sacro, muchísimo... otra vez el cuello, la mano, los dedos, de nuevo el dolor del tendón, casi me produce un espasmo.... el cuello, ahora por aquí, por delante.... ¿puedo parar?”
“ Sí, claro”
Entonces pude desconectar el botón del dolor, 
y seguir descansando. 
Así aprendí a vivir con tantos y tan variados. 
Ellos conviven conmigo, cada día, 
a cada hora, 
cada instante.
Formamos un equipo inseparable desde hace muchísimos años. 
No me ha quedado más remedio que encontrar maneras 
para que no hagan de mi vida un lamento constante. 
He conseguido escuchar solo los que necesitan ser escuchados 
y acoger con cariño al resto, silenciándolos. 
Jamás pensé que podría ser capaz de todo esto. 
El cuerpo, la mente y el alma 
son mucho más sabios de lo que creemos. 
En mi opinión, el instinto de supervivencia saludable 
está por encima del dolor insoportable. 
Hay grados, días y estados. 
A veces se llevan con alegría y otras con peor humor. 
Sin embargo la vida me gusta tanto tantísimo, 
que cada mañana que despierto, 
agradezco al universo la oportunidad de esta aventura.
 

Con sus dolores y con todos los perejiles, 

siempre llenita de amor. 

Si estás en una de estas, 

no desesperes. 

A todo y de todo se aprende. 

En la esencia de la vida 

está la clave. 

 


Comentarios

  1. A pesar del velo doloroso, nuestra confianza de luchar por la vida es más fuerte que las molestas "lolas" infectas que nos rodean. Un gran beso, compañera.

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