Miedo

Llega el verano después de una primavera de miedo.
Quien más y quien menos,
hemos convivido con el miedo.
Miedo a un virus, miedo a enfermar;
miedo a la policía, miedo a que te puedan multar;
miedo la ruina, miedo a no tener qué comer;
miedo a enloquecer, miedo a permanecer cuerda;
miedo a quienes manejan los hilos de nuestra existencia;
miedo a la muerte,
incluso miedo a la vida.
Cada cual ha lidiado con su miedo como mejor podía.
El instinto de supervivencia, a flor de piel.
Hemos vivido aquello que jamás creímos que íbamos a vivir.
Salir a la calle sigue siendo como colarte en una peli de ciencia ficción.
Humanos con bozales en cada rincón.
Con miedo a quitárselos a pesar del sofocón,
por si la multa, por si el virus,
por si la vida,
por si la muerte.
El miedo es enemigo del amor.
El miedo nos vuelve vulnerables y dóciles.
Nos hace olvidarnos de lo que realmente necesitamos.
El miedo nos impide oler la flor.
Que el verano nos devuelva
lo que la primavera nos robó.
Más y más amor. 

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