Doble discriminación

Cuando era niña a menudo

me escabullía en mi mundo personal

de fantasía.

Cada vez que estaba

en una situación desagradable o dolorosa,

mi imaginación volaba hacia otros lugares

más dulces,

mejores.

Mi cuerpo estaba presente,

pero no mi alma.

Esa habilidad me ha acompañado siempre,

especialmente en estos últimos tiempos del revés,

me vuelve a salvar.

De niña me inocularon una vacuna

cuyas secuelas han provocado

una constante discriminación

hacia mi persona.

Desde miles de lugares

donde no puedo entrar directamente,

hasta otros tantos

en los que sólo puedo acceder

a un lugar concreto

y elegido para mí,

a causa de mi movilidad reducida.

Lo que no me podía imaginar jamás,

es que casi medio siglo después

me iban a volver a discriminar,

esta vez siendo adulta,

por decidir libremente

no querer volver a meterme

nada más en mi cuerpo.

Sufro doble discriminación.

Ya sé de qué va sentirse diferente.

Ya sé cómo se siente una

cuando el mundo no está hecho para todos.

Me cuesta mucho trabajo entender

este sinsentido al que están llevando

a la humanidad.

Por eso para escaparme,

vuelo a mundos imaginarios

donde todo es amor,

belleza,

ternura

y gratitud.

Dentro muy dentro,

sé que todo esto nos va a servir

para darnos la vuelta.

Para alejarnos más

de lo que no nos compensa,

de lo que nunca nos compensó.

Sé que tenemos que ir sintiéndolo,

poco a poco.

Mientras tanto,

cierro mis ojos

y vuelo lejos,

vuelo alto,

vuelo.

Comentarios