El de la Luna

 



Esa misma noche la luna decidió que no salía. 

Sabía que todos la esperaban. Estaba gorda y redonda como el sol. 

Los humanos la llamaban llena, y sabían de su magia. 

De lejos, ella veía y sentía cómo entonaban conjuros, encendían velas y lavando con sal, pedían deseos. 

La luna disfrutaba estos días especialmente. 

Ella sabía que la magia no le pertenecía, que era la del todo. 

Sonreía al ver cuánto les quedaba por comprender. 

Sí, le gustaba salir redonda, blanca y más mágica que nunca. 

 Pero no esta noche. Hoy la luna está triste. 

Hacía unos días que lo iba sintiendo, sin embargo hoy ya no podía soportar tanta tristeza y se quedaba, redonda, blanca y llena de magia y tristeza en casa. 

“¿Qué te pasa luna bonita, que no sales esta noche de tu casita?” 

La luna se conmovió al escuchar esta vocecita tan cerca de su corazón. 

Estremecida se asomó a la ventana de su casa de luna, que le venía un poco pequeña al estar en el momento más gorda del mes. 

Pudo ver a una niña entre los humanos, asomada a la ventana y mirando al cielo implorante. 

¡Ufff! La luna al ver esa carita de ángel empezó a llorar cientos de lágrimas de luna que cayeron sobre los humanos, que ya sí que no entendían nada y muchos empezaron a perder el poco juicio que les quedaba. 

Solo la niña entendía a la luna. Sabía que lloraba, y, de repente, empezó ella también a llorar cientos de lágrimas de niña que llegan como caricias directamente al corazón de la luna. 

La niña entre sollozos, cuando logró calmarse un poco, le preguntó.

“Luna de mi vida, ¿por qué estás tan triste? ¿por qué lloras luna de mis amores?”

La luna se siente cada segundo más aliviada a la vez que sorprendida y curiosa. 

No es su costumbre, casi no recuerda la última vez que lo hizo. Sin embargo esta noche es diferente. La niña definitivamente ha conectado con su alma. Su empatía la sana. Así que decide explicarle a la niña, quizás a la vez explicarse a sí misma.

 Nadie conoce todos los secretos de la luna. 

“Querida niña de luz, lloro porque a los humanos os siento tan cerca y tan lejos a la vez... Vosotros me adoráis y me miráis desde vuestra tierra con devoción. Y yo a veces, solo necesito un abrazo, una caricia, un qué tal estás.

Esta noche mi necesidad de cariño me hacía sentir tan triste que decidí no salir.  Y tú, niña de mis entrañas has sido la caricia para mi alma. 

Mira, ya no lloro, sonrío. Gracias niña de mis amores. 

Esta noche luciré mi blanco más radiante, mi redondez más redonda y la magia de todo el universo. Para ti. Para mi. Para que los humanos comprendan que solo el amor nos salvará. 

Esta noche mi niña, saldrá vuestra luna llena y te sonreirá. “

La niña también dejó de llorar. Sonándose los mocos le dedicó a la luna su mejor sonrisa. Le guiñó un ojo. Balbuceó ...

“Gracias luna. Te quiero”.

24 enero 2016



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