Hoy quiero contarte otro cuento
de esos que me invento.
Aquel día hicieron una fiesta,
el amor, el miedo y el respeto.
El miedo, temeroso de todo,
se agazapaba en una esquina.
Mientras tanto, el amor y el respeto
conversaban como si nada.
En eso estaban, cuando comenzó a sonar
la música más hermosa
que hubieran escuchado jamás.
El amor y el respeto, dejaron de hablar
y se pusieron a bailar mecidos por las melodías.
El miedo seguía escondido, sin embargo la música
poco a poco lo iba relajando.
Asomaba la naricilla y veía cómo
el amor y el respeto bailaban
cada vez más sueltos,
más felices,
más despreocupados.
El amor lo pilló mirando
“¡Vente miedo!, ¡únete a nosotros! “
El miedo, respondió titubeando
“no me atrevo, ¿y si me pasa algo?”
“Tranquilo”, le gritó el respeto,
“con nosotros estás en buenas manos”.
La música seguía sonando y conquistando
cada uno de los corazones.
El miedo se atrevió y dio un paso.
En seguida se le acercó el amor,
rodeándolo entre sus brazos.
“No temas miedo, disfruta y baila.
Aquí te queremos y te respetamos.
Los peligros solo habitan en tu cabeza,
la vida se vive viviendo.
Baila miedo,
baila al son de las notas más bellas”
Se acercó el respeto, y junto al amor,
acompañaron al miedo al centro de la fiesta.
“¿Ves? No pasa nada, tú solo baila y relaja”.
El miedo poco a poco, se fue venciendo a sí mismo,
dejándose llevar por la música,
disfrutando del movimiento de su cuerpo.
Dicen que ahí siguen todavía y desde entonces.
El amor y el respeto bailando con el miedo que dejó de serlo.
Quienes pasan cerca, nunca olvidan la música que suena.
Las notas más tiernas que ayudaron al miedo a vencerse,
llenándose de amor y respeto.
Colorín colorado
hasta aquí hemos llegado.
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