Melonates

La melonera se enredó en la tomatera y nacieron melonates.
Los melonates aún no saben muy bien cómo va la vida.
Son dulces y ácidos.
Jugosos.
Ni rojos ni verdes.
Por mucho que buscan, siguen sin encontrar a nadie que se les parezca.
Todos los demás los miran.
Unos los admiran, otros les temen,
la mayoría siente curiosidad distante.
Por mucho que lo intentan, no logran pasar desapercibidos.
Sois melonates, ¿qué queréis?
El mundo del revés no deja hueco para los diferentes.
Los melonates, poco a poco y con gran tesón, encuentran su sitio.
Comienzan a sonreír.
Su sonrisa es más bella que la del melón y la del tomate juntos.
El mundo del revés se estremece.
Tanta alegría lo conmueve.
Se da de nuevo la vuelta,
y los melonates se integran, se incluyen, se mezclan.
Dejan de ser melonates y a cada uno le llaman por su nombre.
El mundo se enriquece con lo diferente.
Y los melonates, ya cada uno con su nombre, fueron felices
y no comieron perdices porque les daba pena,
pero se dieron un festín de agua y sol.


19 julio 2017

Comentarios

  1. Qué bonito! Viva el mestizaje! De razas, de ideas,... Me encanta ser una Melonate 😍😘

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    1. Siiii!!! qué viva!!! los melonates molan mogollón!! besazos bonita!

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  2. Gracias Maria. Muy bonito, me quedo en tu blog.
    Yo digo que no todos somos iguales, pero que tenemos algo en común.
    Que todos somos diferentes.

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    1. Gracias a ti Óscar. Un gustazo sentirse tan bien acompañada en estos cibermundos.
      Abrazos enormes.

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