Alas rotas


Escribo desde la desesperación
que provocan las alas rotas.
Este sentimiento solo lo pueden compartir
aquellas que dependen de “artefactos” externos para volar.
Que tu libertad física esté sometida
a aparatos eléctricos, electrónicos y mecánicos
es una putada, sobretodo
cuando cualquiera de estos falla.
Yo hice doblete.
Ayer se me rompió la grúa del coche.
Hoy también el coche.
Una detrás de otra.
Lágrimas de desesperación e impotencia inundan mi garganta.
La vulnerabilidad se hace presente,
y jode, la verdad.
Casi siempre vivo como si tantas limitaciones no existieran.
Quizás la mejor forma de sobrevivir.
Pero un día cualquiera,
mientras graniza en verano,
la grúa deja de funcionar.
Entonces no te queda otra que volver a la realidad.
Somos dependientes de todo aquello que nos hace libres.
Curiosa paradoja.
El tejido social no favorece la proliferación
de profesionales honrados para estos casos.
Esta es la siguiente parte de la tragedia.
Que si te la cuento, suena más a cuento,
y el alma se va calmando con cada letra,
con cada tecla que acaricio
para compartir desde lo más profundo.
Gracias por estar y ser hoy
mi paño de lágrimas desesperadas.

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