Tengo unos minutos.
Acudo a mis letras
como yonki a su droga.
Mi alma me busca.
Yo busco a mi alma.
He leído algo precioso.
En algunas tribus
los sabios de repente
se sientan sonrientes
y esperan
a que llegue su alma.
Corren tanto
en el trajín diario
que sus almas
se quedan rezagadas.
Entonces se sientan
a esperarlas.
Cuando llegan,
lo saben.
Y continúan su vida.
Tienen claro
que van mejor
con alma
que sin ella.
Aunque tengan
que esperarla.
A lo mejor lees
lo que escribo
y no entiendes nada.
O a lo mejor
te pasa como a mí.
Que de repente
lo entiendes todo.
Ya sé
lo que necesito.
Esperar
a que llegue mi alma.
He corrido demasiado
en los últimos tiempos.
Por eso la busco
con palabras.
Sin embargo
acabo de aprender
que sólo tengo
que sentarme
a esperarla
sonriente.
Así lo voy a hacer.
Con calma.
Y con amor.
Con mucho
amor.

Justo necesito esas palabras hilvanadas con sabiduría, paz y mucho amor.
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