¿Queda mucho?

 

¿Queda mucho?

Qué va, está ahí al lado.

Pero… ahí al lado ¿dónde es?

¿Ves ese semáforo?,

pues justo al doblar la esquina.

¿Cuál semáforo? ¿el primero o el segundo?

El segundo, está muy cerca.

Cerca para ti… para mí el segundo está a años luz.

Y luego, ¿hay que andar mucho más?

Unos metros más… y ya está,

si está cerquísima.

¿Unos metros más? ¿Cuántos?

Yo qué sé… muy pocos… ufff….

Ufff…. Ahí no llego ni de coña.

Yo te espero aquí mejor sentadita.

¿Te suena este diálogo?

Repetido hasta la saciedad en mi vida.

Como me decía una compi de polio hace unos días:

“Pero desde que tengo mis ruedas eléctricas,

me da exactamente igual si está cerca o lejos

el destino al que tengo que llegar.

Ahora son los demás los que a veces

no pueden seguirme.”

No esperes a usar tus alas.

Las distancias no tienen porqué impedirte llegar.

No te machaques.

No queda nada más que demostrar.

Otro mundo es posible.

Y la libertad.

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