Ansiedad ¿divino tesoro?










Te conozco desde que recuerdo.

Siempre a mi lado, bien cerca.

Hubo épocas en las que casi conseguiste que me perdiera.

Sin embargo quise quedarme,

busqué ayuda, y empecé a conocerte mejor.

Te puse nombre, cara, ojos.

Te identifiqué como tal.

Empecé a descubrir en qué momentos

eras más susceptible de aparecer .

Me di cuenta de que cada vez que intentaba

negar un sentimiento,

venías tú, rauda y veloz,

a mi encuentro.

Hubo un tiempo en el que me dejabas sin respiración.

Sufría todas tus manifestaciones, en silencio,

enloqueciendo.

Hasta que aprendí a saber quién soy y qué quiero.

Hasta que aprendí a escucharme con el corazón.

Desde entonces sigues a mi lado, pero es distinto.

Ya no me haces tantísimo daño.

Ahora aprendí a escucharte y a sanarme.

Sé que cuando apareces,

es señal de que tengo que mirar más para dentro.

Algo hay que cuidar.

Eres mi alarma personal.

Te tengo muy presente,

sé que me quieres ayudar.

Pasan los años y cada día te conozco más,

me quiero mejor.

Me cuido y si me descuido,

allí estás tú para recordarme lo que importa.

Para saber donde no quiero volver.

Jamás pensé que llegaría este momento,

sin embargo hoy te doy las gracias

ansiedad,

por formar parte de este cuento. 


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