¿Se puede ser más afortunada?

Uys, que se me pasan los días,

los meses

y casi hasta el año.

El tiempo vuela.

Y yo apenas encuentro

un ratito para mis letras.

Un nuevo propósito.

Porque a mi esto de sentarme aquí

me alivia.

Aunque no tenga

un dolor que sacar.

Siempre alguna emoción

se calma.

La expresión libre del alma

es sanadora.

Es verdad que al estar rodeada

de naturaleza y paz

la necesidad de comunicar baja.


He descubierto otro placer

parecido al de mirar el mar.

El fuego.

Ninguna llama tiene igual.

Como las olas.

Cada cual guarda su tesoro,

único e irrepetible.

Observar el fuego

me lleva dentro.

Muy dentro.

Así que en casa tengo el fuego

y a diez minutos

el mar.

¿Se puede ser más afortunada?

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