Ser coja es una putada.
Este es mi nuevo mantra.
Lo necesito escuchar.
Interiorizar.
Para desmontar el mito del
“no pasa nada”.
Porque sí pasa.
Y cuando me enfrento a situaciones
en las que ser coja es una putada,
es fundamental que las detecte
y las acepte.
Me educaron al revés.
Pensando
que no hay problema.
Para sobrevivir.
Porque creyeron
que era lo mejor
para mí.
Sin embargo eso
me ha hecho desarrollar
una barrera
para evitar la tristeza
que provoca
otros sentimientos peores
como la rabia.
Así que mejor así.
No es para victimizarme.
Sólo para aceptar.
Ser coja es una putada
principalmente
porque el mundo está al revés.
Aunque estuviera del derecho,
también lo sería.
Son muchas las cosas
que no puedo hacer.
Muchas las situaciones
que tengo que vivir
aunque no quiera.
Mucho dolor que sufrir.
Y una vez así,
todo es más fácil.
Cuando siento rabia
ya sé que debajo
está la tristeza.
En el momento
en que asumo
que ser coja
es una putada,
la tristeza pasa.
Y me permite seguir.
Sonriente y feliz.
Agradecida
por cada aprendizaje.
Agradecida
por el regalo que es
VIVIR.
Bravo
ResponderEliminarLa aceptación de una emoción negativa lleva inexorablemente a la búsqueda del origen de esa emoción. El encontrar el origen de esa emoción lleva al análisis del ser y el estar y provoca una búsqueda de alternativas posibles a la situación. En algunos casos hay opciones, en otros no. En cualquier caso se toma conciencia plena sobre las causas de la emoción negativa y eso permite una mejor adaptación al medio y a la vida, si aprendemos y hacemos cambios.
ResponderEliminarTodo esto puede llevar a plantearse el cambio de las estructuras sociales actualmente vigentes y por tanto es mejor educar en la ocultación de las emociones negativas. Y usamos la negación de la emoción como mecanismo de defensa para aliviar algo que nosotros mismos nos hacemos
Aceptar las putadas, es ponerse alas. Disfruta, pequeña María, disfruta la vida